En primer lugar hay que elaborar la masa del pan. En un bol se coloca la harina con la levadura y la sal y se mezcla bien con una cuchara. Por otro lado, en otro bol se derrite la mantequilla -en el micro- y se añade la leche. Cuando la mezcla de la leche con la mantequilla se ha enfriado, se añade al bol de la harina. Mezclamos bien todos los ingredientes hasta que se forme una masa homogénea. Cuando ya veamos que más o menos se puede coger con las manos, se coloca sobre una encimera con harina espolvoreada y se comienda a amasar con las manos durante varios minutos. Una vez que vemos que la masa está lista, se coloca en un bol con un trapo húmedo por encima y lo dejamos aproximadamente durante una hora para que la masa leve.

Transcurrida esa hora, cogemos la masa y la volvemos a amasar durante menos de un minuto. A continuación, la extendemos con un rodillo y le colocamos por encima los ingredientes con los que queramos rellenar el pan. En mi caso, yo la rellené de tres tipos distintos de queso y jamón york, pero lo podéis rellenar de todo lo que se os ocurra... Una vez puesto el relleno sobre la base, enrollamos el pan e intentamos cerrar los extremos. Una vez listo, procedemos al segundo proceso de fermentación de la masa durante otra hora (colocamos el pan sobre una bandeja y lo tapamos con el mismo trapo húmedo).

Después de esa segunda hora, ya tenemos nuestro pan listo para meter al horno, a 180-190º durante aproximadamente media hora...

Con la cantidad de masa que sale, se pueden hacer perfectamente dos panes en lugar de uno, así quedará menos gordo cada uno de ellos y si se rellenan de cosas distingas, ¡más variedad!