Preparamos todos los ingredientes antes de empezar para ser más ágiles a la hora de hacer todo.

En un cazo con profundidad, ponemos la leche menos un vaso que lo reservamos. Calentamos con un poco de canela y la piel de limón. Cuando vaya cogiendo fuerza añadimos el azúcar y una cucharada de azúcar avainillado.

Mientras lo llevamos a ebullición, preparamos en un bol la leche fría que hemos reservado con la maizena. Removemos bien con un tenedor para dejarlo sin grumos. Una vez disuelto añadimos las yemas de huevo y removemos todo bien.

Añadimos la mezcla al resto que está cociendo, pasándolo antes por un colador para quitar los restos de huevo. En este momento removemos enérgicamente todo hasta que llegue de nuevo a hervir. Unos 2 minutos removiendo sin parar para que no se pegue a fuego medio.

En cuanto veamos que espesa, retiramos y vamos vertiendo las natillas en sus vasos. Colocamos una galleta y espolvoreamos un poco de canela.

Dejar enfriar antes de meterlas al frigorífico y disfrutar.

Es una receta fácil y de toda la vida. Yo siempre la hacía con polvos de estos preparados pero no tiene nada que ver con esta casera.

Hay muchas formas y medidas, pero esta es la que más me gusta ya que no hacen falta tantos huevos y con un litro sale bastante cantidad.

Probadlas y ya me contaréis :)