Comenzamos picando la cebolla y poniéndola a pochar con un poco de sal. Mientras tanto pelamos los calabacines y con la ayuda de una cucharilla los vaciamos quitándoles toda la pulpa. Si son muy grandes conviene partirlos por la mitad para poder llegar hasta el fondo. Si haces esto ten cuidado de dejar uno de los dos lados en cada trozo sin agujerear para que luego no se salga el relleno.

Picamos la pulpa y la echamos a la cebolla para que se vaya haciendo. Cuando la cebolla esté pochada y la pulpa esté blandita echamos la carne de picadillo y le ponemos sal, pimienta blanca y albahaca. Dejamos que se vaya haciendo y que se evapore el agua que pueda soltar la carne.

Mientras se hace la carne preparamos la bechamel. Ponemos en un cazo la mantequilla a que se derrita y entonces echamos la harina y la sal. Removemos hasta que se forme la roux y entonces vertemos poco a poco la leche bien caliente, removiendo con la ayuda de una varilla. Dejamos que dé un hervor y la reservamos.

Cuando la carne ya esté lista la mezclamos con la bechamel y la dejamos unos minutos al fuego, con lo que ya tendremos listo el relleno de los calabacines.

Con la ayuda de una cuchara rellenamos cada uno de los calabacines con el relleno y los vamos poniendo en el puchero, echándoles un poquito de sal por encima. El relleno que nos sobre lo echamos alrededor de los calabacines para hacer la salsa, junto a tres o cuatro vasos de agua y un poco de sal. Ponemos a fuego medio para que se vayan haciendo los calabacines y vamos dándoles la vuelta de vez en cuando con cuidado de no romperlos. Estarán hechos tras unos 45-50 minutos, cuando pinchando con un tenedor veas que están tiernos.

Una vez hechos conviene dejarlos reposar unas horas.

Este plato suele sorprender porque los calabacines se quedan muy tiernos y con una textura y un sabor muy finos. Sírvelos con abundante pan porque es un plato que invita mucho a untar pan.