Separamos las claras y las yemas de los huevos y montamos las claras a punto de nieve.

Montamos la nata y le añadimos un poco de azúcar.

Batimos las yemas y las mezclamos bien con el queso mascarpone y con el resto del azúcar. Cuando esté todo bien mezclado, juntamos con la nata y las claras a punto de nieve. Mezclamos todo muy despacio para que no se nos baje la mezcla. Reservamos la mezcla para más tarde.

En el café caliente disolvemos un poco de cacao y echamos el chorrito de whisky o del licor que queramos (en mi caso he echado coñac que era lo que tenía por casa). Mojamos ligeramente los bizcochos utilizando el café con el licor. Para ello, colocamos los bizcochos en un plato y echamos con una cucharilla el cafe con el licor por encima. Les damos la vuelta y repetimos la operación por el otro lado.

Una vez emborrachados los bizcochos, colocamos la mitad en una fuente (12 bizcochos). Si la fuente es pequeña como en mi caso, podemos colocarlos en 2 fuentes (6 bizcochos en cada fuente).

Con la ayuda de una manga pastelera recubrimos los bizcochos utilizando la mezcla que habíamos preparado. Espolvoreamos un poco de cacao por encima utilizando un colador. Colocamos una nueva capa de bizcochos, volvemos a cubrir con la mezcla y volvemos a espolvorear con cacao por encima.

Si nos sobra mezcla podemos cubrir los laterales de la tarta.

Dejamos la tarta 24 horas en el frigorífico y cuando vayamos a servirla espolvoreamos de nuevo la tarta con un poco de cacao en polvo.

Truco para montar la nata

Para montar la nata recomiendo utilizar un recipiente de acero que haya estado varias horas en el congelador, además de que la nata esté muy fría. Si no, os pasará como la primera vez que intenté hacer la tarta que no conseguí montar la nata y la mezcla se desparramó por la fuente.