Esta receta la hago con espinacas frescas aunque se pueden utilizar también las congeladas. Si son frescas comenzaremos limpiando las hojas y quitándoles el tallo a las hojas más grandes. Una vez hecho esto pondremos agua a calentar con un poco de sal y cuando empiece a hervir echaremos las espinacas. Esperamos a que vuelva a hervir y mantenemos hirviendo durante 30 segundos, con lo que ya las tendremos escaldadas. Las retiramos a agua fría y las escurrimos. Si prefieres cocerlas utiliza poco agua y déjalas cociendo durante 7-8 minutos.

En una sartén ponemos un poco de aceite de oliva con un diente de ajo cortado en láminas. Lo ponemos a fuego medio y cuando el ajo esté dorado echamos los langostinos pelados y cortados en trozos. Les damos unas vueltas y cuando estés listos echamos las espinacas, bien escurridas, y les damos unas vueltas.

Para la bechamel se pone en un cazo la mantequilla a fuego suave a derretir y entonces se echa la harina removiendo bien. Dejamos que se fría la harina un par de minutos mientras la removemos y entonces empezamos a echar poco a poco la leche removiendo para que no se creen grumos. Es conveniente echar la leche caliente para que se mezcle mejor. Cuando hayamos echado toda la leche llevamos la mezcla hasta ebullición y entonces la retiramos del fuego.

En una fuente de horno ponemos las espinacas con los langostinos y la bechamel. Lo cubrimos todo con queso rallado y lo metemos al horno a 180 grados durante unos minutos.