Picamos finamente la cebolleta, el tomate (yo no le quito las semillas, no me molestan), los pimientos picantes (a estos sí les quito las semillas), el cilantro y el ajo, y lo ponemos todo en un bol grande.

Pelamos los aguacates y los añadimos al bol.

Rápidamente regamos con el zumo del limón, para que no se oxide.

Con un tenedor machacamos el aguacate mientras vamos mezclándolo con los demás ingredientes.

Añadimos tabasco y orégano al gusto.

¡Disfrútalo!

El guacamole es uno de los platos más populares del recetario mexicano. Parece ser que la receta original consistía en una salsa de aguacate diluido con agua y que la receta moderna tiene poco más de un siglo. A partir del ingrediente principal, el maravilloso y sanísimo aguacate, esta receta admite muchísimas variaciones: con o sin picante, con o sin aceite de oliva, con perejil o cilantro, lima o limón, con crema de leche...

La que has visto aquí es la que considero mi «básica», la que hago habitualmente, si bien muchas veces introduzco algunos cambios, añado ingredientes... Próximamente iré añadiendo recetas de las diferentes versiones que más me gustan. ¡No hay semana que no me prepare un delicioso guacamole!

Como verás me gusta bien picante, pero si no te gusta o es para niños, puedes reducir las cantidades de ajo, tabasco y pimientos, o eliminarlos directamente. ¿Sabías que el picante, por el calor que genera, acelera el metabolismo y por lo tanto quemarás más grasa? ;)

Sé que la gente suele echar aceite de oliva, pero desde mi punto de vista esto solo contribuye a dos cosas que intento evitar: por un lado, obtenemos un guacamole más pastoso, lo cual no tiene nada de malo, pero a mí personalmente me gusta sentir los ingredientes menos amalgamados. Pero además el aceite de oliva tiene un sabor más fuerte que el del aguacate, que es más sutil, y lo enmascara. De todas formas, el aguacate es puro aceite y la untuosidad que caracteriza a esta receta se consigue sin necesidad de añadir más aceite.

¿Te sorprende el orégano? No es invención mía, pero desde que lo probé no dejo de incluirlo en todos mis guacamoles, te recomiendo que hagas la prueba.

TRUCOS:

Para hacer esta receta es vital que los aguacates estén maduros. No sé por qué suelen venderlos demasiados verdes, así que lo primero que hago al llegar a casa es envolverlos en papel de periódico: ¡al día siguiente están en su punto!

Si te gusta el guacamole fuerte como a mí, además de probar a añadir ajo y tabasco también puedes intentarlo con harissa, que es una pasta roja hecha con pimientos y otros ingredientes, y le das otro punto.

Si prefieres una textura más pastosa, además del aceite de oliva puedes probar a añadir un chorrito de nata o crema de leche.

¿Guacamole express? Puedes ayudarte de la picadora eléctrica, pero con un orden. Un par de toques de la picadora a pimientos, ajo y cilantro. Añades la cebolla y das otro par de toques. Añades el tomate y otro par de toques. Finalmente, el aguacate, que es el más delicado.

Como tantos platos, el guacamole está más sabroso si, una vez preparado, lo dejas reposar unos minutos. Mételo en la nevera diez minutos antes de degustarlo, con el zumo de limón no se oxidará.

De hecho, se conserva perfectamente incluso hasta el día siguiente: guárdalo en un recipiente hermético e introduce un hueso de aguacate que habrás reservado.

No lo comas siempre de la misma manera, con nachos (o totopos). ¿Sabes que en México lo usan como acompañamiento de todo tipo de platos, tacos, carnes, como guarnición...? ¡Echa a volar tu imaginación!

En mi blog te cuento por qué no es necesario eliminar el aguacate, tan calórico, de una dieta de adelgazamiento. ¡Yo no lo he hecho! Jejeje.